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medidas prácticas para ayudar a alumnos o alumnas con un trastorno alimentario

Medidas prácticas para ayudar a alumnos o alumnas con un trastorno alimentario

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El tratamiento de un alumno o alumna con un trastorno alimentario consiste en comer con regularidad y hacer menos ejercicio, y el apoyo de tu centro educativo es esencial para ello. También puede haber factores de estrés concretos relacionados con la vida escolar en los que puedes ayudar.

Las medidas prácticas que adoptes marcarán la diferencia a la hora de decidir si un alumno o alumna puede asistir a clase con seguridad y si su recuperación es más o menos rápida.

Cómo afecta el tratamiento de los trastornos alimentarios al rendimiento académico del alumnado

Para comprender el tipo de apoyo que necesita un alumno o alumna, es útil que te pongas en su lugar por un momento.

Un trastorno alimentario suele ir ligado a mayores niveles de ansiedad o depresión. El hambre, la alimentación irregular, la carencia de nutrientes y la pérdida de peso afectan a las personas tanto a nivel emocional como físico.

Además, el tratamiento implica hacer lo que más se teme: comer lo que hay que comer, volver a ganar peso, dejar de purgarse y de hacer ejercicio en exceso, y comer según lo previsto incluso después de un atracón.

Es como pedirle a alguien que tiene miedo a las alturas que haga puenting varias veces al día…

El tratamiento más eficaz para la anorexia y la bulimia es el dirigido por los padres (se conoce en inglés como Family-Based Treatment), con profesionales especializados en salud mental que ayudan a los padres a hacerse cargo del tratamiento en casa. Los padres se aseguran de que su hijo o hija coma para recuperar peso y normalice su comportamiento. A veces habrá una gran resistencia por parte del hijo o la hija en casa. En ocasiones, la persona entrará en crisis. Los deberes serán lo último en lo que piense. Sacar buenas notas es menos importante que salvar una vida.

Algunos alumnos recibirán terapia individual en lugar de un enfoque basado en la familia. En este caso, estarán luchando solos contra sus propios demonios, haciendo todo lo posible por encontrar la fuerza de voluntad para comer (o evitar purgarse, darse atracones o hacer ejercicio) según el plan acordado con su terapeuta.

Es difícil para los alumnos concentrarse en los estudios cuando están pasando por todo esto, a menudo sin que nadie más que su familia lo sepa. Puede que se avergüencen de cómo les hace comportarse la enfermedad e insistan en mantenerlo en secreto. Sin embargo, en la escuela pueden seguir siendo alumnos modélicos, de alto rendimiento y muy queridos por profesores y compañeros.

Cómo puede el centro educativo eliminar los factores de estrés innecesarios

Es probable que el alumno o alumna se encuentre en un estado casi constante de ansiedad y alarma. Esto deja poco espacio para factores estresantes adicionales en la escuela. Cuando la persona no puede lidiar con el estrés, recurre a las conductas típicas del trastorno alimentario, o incluso pueden autolesionarse, desarrollar ideación suicida o realizar intentos de suicidio. Y durante todo este tiempo, aún pueden estar obteniendo excelentes calificaciones…

Habla con los padres acerca de lo que se necesita. Por ejemplo, algunas personas con trastornos alimentarios pueden experimentar una elevada ansiedad en algún momento, y los padres pueden brindarte la información que necesitas para afrontarlos.

Una forma en que el centro educativo puede ayudar es reorganizar la composición de varias clases para que el alumno esté con compañeros o profesores con los que se sienta seguro.

«La psicóloga educativa hizo un excelente trabajo de coordinación, especialmente antes del cambio de la escuela primaria a la secundaria. Personal de ambos centros educativos se reunió con nosotros y con el equipo de tratamiento. La escuela de primaria no se había dado cuenta de cómo las tensiones continuas con sus compañeros estaban llevando a nuestra hija a tener pensamientos suicidas. Su nuevo instituto hizo una excepción a las reglas para que ella pudiera integrarse en una clase solo con sus mejores amigas»

Te sugiero que tu centro educativo esté preparado para ser flexible con los plazos de entrega. No es útil que un alumno o alumna experimente un estrés añadido por los deberes cuando también está teniendo colapsos en casa porque le obligan a comer o tratan de evitar que coma en atracones, vomite o haga ejercicio excesivo. Los alumnos pueden estar motivados por una fuerte necesidad de complacer a los profesores, así que tranquilízales asegurándoles que los deberes pueden esperar. Puedes contribuir a la recuperación de una persona siendo flexible con algunas de las reglas que normalmente se aplican en tu centro. Esto no será para siempre, así que no pienses que el alumno «va a caer por una pendiente resbaladiza», «quiere aprovecharse de la situación» o «busca obtener privilegios sin esforzarse». Los alumnos con trastornos alimentarios suelen ser brillantes y nada «blandos» consigo mismos.

«Mi hija se estaba estresando mucho por un nuevo profesor de matemáticas, y me preocupaba que esto interfiriera con sus valientes esfuerzos por comer. Ella se armó de valor y habló con el jefe de estudios, quien discretamente la trasladó a otra clase. Es una de las pocas adaptaciones que ha necesitado, y creo ella dio muchísimo a cambio, ya que más adelante fue elegida delegada de clase por parte de sus compañeros.»

Ambiciones académicas

Relájate acerca del progreso académico del alumno o alumna. Su salud es la prioridad. Un «excelente» en Oxford no sirve para nada a una persona incapacitada por un trastorno alimentario crónico. Además, si un alumno no ha logrado una recuperación sólida para cuando termine la secundaria, no podrá salir de casa de forma segura para ir a la universidad, ya que es muy probable que la enfermedad lo vuelva a atrapar.

Muchos de tus alumnos se pondrán al día después de un tiempo de descanso: tienen las capacidades y el tipo de personalidad adecuados para hacerlo. Muchas personas que han sufrido anorexia son personas de alto rendimiento.

El estrés por obtener las mejores calificaciones dificulta la recuperación. El impulso de hacerlo todo al más alto nivel contribuye al riesgo de un trastorno alimentario. Parte de lo que el alumno o alumna practicará en su tratamiento consiste en ser menos perfeccionista. No es útil que los profesores animen al alumno a ser el mejor. Obtener una calificación «media» y afrontarlo, para alguien que está acostumbrado a sacar «sobresalientes» en todo, es una señal de progreso.

En la orientación vocacional, ten en cuenta que las personas con un trastorno alimentario (especialmente anorexia) puede sentirse atraídas por materias difíciles, prestigiosas y de alto estatus (medicina, odontología…). Puede que sea necesario trabajar un poco más para descubrir qué es lo que realmente les gusta.

Puntualidad

Sé flexible con la puntualidad del alumno en clase.

Es probable que el alumno tenga citas semanales, o a veces incluso con más frecuencia más, durante el horario escolar. Puede salir de una sesión de terapia llorando, lo que a su vez provocará más retrasos.

Una comida especialmente difícil también puede causar retrasos.

«Para mí, el desayuno era más importante que la puntualidad. A veces me costaba mucho tiempo que mi hijo comiera, y podía haber discusiones y lágrimas. Ya sea que llegara 10 minutos tarde o se perdiera toda la mañana, el instituto era comprensivo.»

Cómo puede el centro educativo ayudar a un alumno o alumna a comer

Por qué los alumnos necesitan apoyo a la hora de comer en el centro
La alimentación es fundamental para el tratamiento. Una persona no puede recuperarse a menos que alcance un peso adecuado y coma con regularidad. Una persona en tratamiento por anorexia necesita normalmente 3 comidas y 3 tentempiés al día, espaciados regularmente. Comer con regularidad también es crucial para quienes, de lo contrario, se darían atracones y/o se purgarían. Para quienes restringen, no basta con que los padres les proporcionen las calorías de todo un día en el desayuno y después del colegio, porque el trastorno alimentario tiende a activarse cuando pasan más de 3 o 4 horas sin comer.

Cuando los centros educativos proporcionan el nivel adecuado de apoyo en torno a las comidas y los tentempiés, el alumno puede reanudar antes su vida normal, y la vida normal forma parte de la recuperación. Sin apoyo escolar, los alumnos pueden verse obligados a quedarse en casa durante mucho tiempo. O si van a la escuela y no comen lo necesario, es muy probable que el trastorno alimentario empeore.

Diferentes niveles de apoyo durante las comidas en el centro educativo

Existen distintos niveles de apoyo por parte del centro educativo en los diferentes momentos del proceso de recuperación. Los padres y el equipo médico se encargarán de determinar qué necesidades tiene el alumno o alumna contigo.

Nivel 1: el alumno no asiste a clase

El alumno puede permanecer en casa o en el hospital debido a su estado de salud, o porque comer le resulta tan difícil que necesita un apoyo intenso. El alumno puede beneficiarse (o no) del contacto con la escuela. A veces, el estudio es una distracción bienvenida, y a veces es simplemente demasiado. Cuando están preparados para volver a la escuela, suelen necesitar un regreso por fases muy bien planificado.

Nivel 2: los padres alimentan a su hijo en el centro educativo

El alumno puede asistir a la escuela siempre que uno de sus padres le ayude a comer, a menudo en una sala privada o en el aparcamiento. También pueden llevarse a su hijo o hija a comer a casa. El almuerzo o la comida pueden requerir más tiempo que el que tienen en un recreo normal, por lo que puede ser necesario acordar con el alumno que pueda salir antes de clase o incorporarse tarde a la clase siguiente.

Nivel 3: el centro supervisa las comidas individualmente

El alumno es capaz de terminar una comida sin necesidad de indicaciones ni estímulos, pero si se le deja a su aire se saltaría comidas o reduciría las cantidades y volvería a ponerse muy enfermo. La ayuda del centro consiste en proporcionarle supervisión individual. Haz que un miembro del personal bien informado se siente con él en cada comida o tentempié.

«El instituto estableció un turno rotativo de tres auxiliares docentes que se sentaban con mi hija en una habitación tranquila mientras ella comía.»

Cuando estás sentado con un alumno, tu papel es simplemente comprobar que come lo que se supone que debe comer, y notificar a los padres después de la comida lo que ha podido comer o no con éxito.

«El colegio quería que el profesor de apoyo fuera nuestro único punto de referencia. Como resultado, rara vez sabía si mi hijo había conseguido comer porque estaba supervisado por otro miembro del personal con el que yo no podía comunicarme. Fue realmente útil cuando acordaron que esta persona me enviara un mensaje de texto después de cada comida.»

No se espera que obligues a un alumno o alumna a comer, es demasiada exigencia e incluso podrías empeorar la situación si no lo haces con la habilidad necesaria. El simple hecho de estar allí, observando si come o no come, ya es una ayuda valiosísima.

Consulta con los padres o el personal médico (y posiblemente con el alumno) qué debes decir y qué no. En general, debes estar lo suficientemente atento para ver si se está ocultando algún alimento, al tiempo que adoptas una postura amable y sin juicios. No hay que ser tan amable como para que el alumno se sienta humillado o tratado con condescendencia y, al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que, para el alumno, pasar por esta comida puede requerir un enorme coraje. Piensa que comer es un acto heroico. No hagas comentarios sobre la comida (nunca se sabe qué pensamientos difíciles pueden desencadenar comentarios inocentes como «Qué buena pinta» o «¿Es un bocadillo de queso?»). A algunos alumnos les gustará charlar, mientras que otros preferirán el silencio.

Consúltalo con los padres, pero si el alumno o alumna deja de comer, puedes preguntarle: «¿Eres capaz de continuar?». Si la respuesta es negativa, no hagas ninguna señal de desaprobación. Acuerda con los padres lo que vas a decir o hacer a continuación. Acuerda con ellos con qué rapidez quieren que se les avise. Puede que algunos quieran acudir inmediatamente al colegio para ayudar a su hijo a terminar la comida. Puede ser una cuestión de principios o de salud.

Si un alumno o alumna ha estado desnutrido anteriormente, es esperable que los almuerzos y las comidas que traiga de casa contengan más alimentos que los que comen otros alumnos. Procura no hacer comentarios al respecto. El aumento rápido de peso favorece la recuperación total. El cuerpo necesita muchísimas calorías para repararse, y el metabolismo puede necesitar muchos meses para volver a la normalidad. Estas cantidades de comida pueden parecerte excesivas, pero las necesidades del alumno o alumna en esta fase son muy especiales. Además, su anterior periodo de inanición puede hacer que ahora esté extremadamente hambriento y dispuesto a comer más.

Ten en cuenta que, en algunas fases de la enfermedad, el alumno puede intentar tirar a escondidas parte del contenido de su fiambrera nada más llegar al colegio. Una solución es que los padres dejen la fiambrera directamente en la recepción del colegio.

Nivel 4: el centro educativo vigila al alumno en el comedor

Se proporciona una supervisión de bajo nivel. Esto funciona cuando el alumno o alumna puede comer con facilidad y es poco probable que se restrinja. Se encuentra en una fase del tratamiento en la que practica la autonomía y la normalidad, mientras que los padres mantienen cierto nivel de supervisión y están preparados para volver a controlarlo si es demasiado pronto. El miembro del personal que realiza la supervisión podría ser quien normalmente supervisa a los alumnos en el comedor. Este personal también debería supervisar las elecciones que hace el alumno en el autoservicio. Estos detalles deben acordarse con los padres.

Lo importante es que el alumno sepa que se le vigila y que se avisará a sus padres si no come como es debido.

«Incluso cuando mi hija dejó de necesitar supervisión, la responsable del comedor se encargó de vigilarla. Si veía que mi hija tiraba comida, se lo decía a la directora. Me conmovió su atención y me tranquilizó saber que, gracias a ella, cualquier contratiempo se cortaría de raíz.»

Con un trastorno alimentario, puede ser muy difícil pasar por un autoservicio y elegir rápidamente la comida. Si está en estado de pánico, es posible que un alumno solo sea capaz de servirse un poco de ensalada. En ese caso, intenta proporcionar a los padres el menú de la semana con antelación para que puedan ayudar a su hijo o hija a planificarse. En el caso de los alumnos que aún no soportan servirse una ración de tamaño normal, es útil que los padres notifiquen al personal del servicio de comidas las dificultades de su hijo, para que el personal pueda emplatarle una cantidad razonable.

Ocasionalmente, los padres pueden pedirte que controles discretamente la ingesta de alimentos de su hijo. Esto ocurre cuando sospechan que su hijo tiene un trastorno alimentario o una recaída. Su hijo puede decirles que ha tomado una comida caliente completa cuando sólo ha comido una manzana.

Los padres te informarán del nivel de apoyo necesario en cada momento.

«Todos los viernes, la profesora de apoyo me enviaba por correo electrónico los registros informáticos de las compras de mi hijo en el comedor. Esto nos ayudó a intervenir y evitar una recaída: en un momento dado, mi hijo me aseguraba que comía platos calientes, pero sólo compraba Coca-Cola light».

Cómo puede el centro educativo ayudar a un alumno a no hacer ejercicio

Hacer ejercicio no es una garantía automática de buena salud y, para una persona con un trastorno alimentario puede ser cualquier cosa menos «saludable».  El ejercicio puede formar parte de un trastorno alimentario tanto como la comida. Una persona puede hacer ejercicio en secreto hasta la extenuación. Puede que sea incapaz de encontrar la paz hasta que haya satisfecho una cuota autoimpuesta cada vez mayor. El alumno sonriente que ves en clase puede haber hecho ejercicio intenso en su habitación hasta altas horas de la noche. Puede que se haya levantado una hora antes para hacer en secreto varias tablas de pesas y abdominales o para salir a correr.

Las personas desnutridas no deben hacer ejercicio por razones médicas. Sin embargo, la compulsión que sienten es tan fuerte que algunas intentan hacerlo en contra de las órdenes del cardiólogo.

Además, hay una fase del tratamiento en la que el aumento rápido de peso puede ser una prioridad y algunas formas de ejercicio supondrían un «desperdicio» de calorías.

Las personas con un trastorno alimentario suelen utilizar el ejercicio para regular su peso o cambiar la forma de su cuerpo. Es una fuente de intensa miseria: pueden estar agotados y débiles, pero sólo se sienten aliviados una vez que han realizado una rutina de ejercicios. Necesitan ayuda para romper el patrón de ejercicio o musculación compulsivos. En el tratamiento practican otras formas de enfrentarse a los pensamientos y sentimientos, y pueden experimentar nuevas formas de ejercicio y movimiento: aquellas que son divertidas, sociables o relajantes, y que no están relacionadas con cambiar la forma del cuerpo o controlar el peso.

Por todas estas razones, en algunas fases del tratamiento los padres o el personal médico pueden pedirle que mantenga al alumno alejado de las clases de educación física. A veces el alumno necesita reorientar su pasión de un deporte competitivo a algo que le ayude más en su recuperación. Sugiere actividades que puedan gustar al alumno y que no tengan que ver con el ejercicio, como el arte o la música.

Para informarte al respecto y obtener excelentes consejos sobre el papel que tienen los centros educativos en relación con el ejercicio, consulta la publicación de la Asociación Nacional de Trastornos Alimentarios de Estados Unidos (NEDA)  Coach and Trainer toolkit (Herramientas para entrenadores y formadores) y mi página Exercise compulsion with an eating disorder — what can we learn from others? [Disponibles en inglés con posibilidad de traducción automática].

¿De qué otra forma puede tu centro ayudar a un alumno o alumna en tratamiento por un trastorno alimentario?

Puedes ayudar a prevenir los vómitos

Los padres pueden pedirte que supervises que su hijo o hija no vaya al baño después de almorzar o de comer. Vomitar es un comportamiento bastante adictivo y puede que haga falta trabajar en equipo para detenerlo.

Puedes ayudar a prevenir los atracones

Del mismo modo, los padres o los médicos pueden solicitar supervisión para contribuir a que se reduzcan los atracones u otras conductas relacionadas con los trastornos alimentarios. Estas medidas solo son necesarias durante un tiempo hasta que se rompe un hábito concreto y el alumno pasa a otra fase del tratamiento.

No toleres el acoso, las burlas por el peso y la humillación a las personas gordas

A veces, un trastorno alimentario comienza con una dieta desencadenada por insultos o acoso escolar. Se considere o no un incidente como acoso, si hace que un alumno se sienta inseguro en su entorno, el trastorno alimentario será difícil de erradicar.

Impide el acceso a sitios web dañinos

Comprueba que el sistema de internet de tu centro bloquea, en la medida de lo posible, el acceso a páginas que fomentan los trastornos alimentarios o dan consejos para autolesionarse o suicidarse.

Para los alumnos que están en tratamiento, la recuperación es difícil cuando consultan obsesivamente páginas web de dietas o «fitness». Las imágenes de Instagram también pueden ser problemáticas.  Es posible que los padres hayan bloqueado el acceso a internet desde el teléfono de su hijo, y que te pidan colaboración para mantener a su hijo supervisado mientras utilice internet en el centro.

No hagas comentarios sobre el aumento de peso

Cuando un alumno o alumna está en tratamiento es crucial que recupere peso rápidamente. Para mantener la salud puede ser necesario que alcance un peso significativamente superior al que tenía antes. El peso no es una cuestión de aspecto: los padres y el personal médico trabajarán para que el peso corresponda a la recuperación total de los procesos físicos y mentales del alumno. Si alguno de los miembros del personal se siente incómodo porque el alumno tenga «más curvas», recuerda que se trata de una cuestión de salud. Lo más probable es que el alumno quiera seguir estando mucho más delgado, en parte por la enfermedad y en parte por los prejuicios de nuestra sociedad. Cualquier comentario, incluso «bienintencionado», sobre el aumento de peso de un alumno o alumna puede poner en peligro el tratamiento.

«Pedí apoyo para asegurarme de que mi hijo no tirara la comida a la basura. La respuesta del profesor fue que ya no estaba delgado y que “se le veía bien”».

Da la voz de alarma ante una pérdida de peso visible

Aunque te recomiendo que te abstengas de hacer comentarios sobre el aumento de peso, es muy útil que señales a los padres cualquier pérdida de peso. Puede poner de manifiesto un bache en el tratamiento o una recaída. Para ti puede ser obvio que un alumno o alumna ha adelgazado (sobre todo después de unas vacaciones), pero a veces los padres no perciben una pérdida de peso gradual, de la misma manera que no percibimos cuando nuestros propios hijos van creciendo porque los vemos cada día.

«Mi hija parecía estar recuperándose de manera estable. Parecía feliz y no decía que disfrutaba de la comida. Sin embargo, a pesar de todo, manipulaba la báscula para engañarnos. Yo intuía que estaba más delgada, pero creía que todo lo sufrido me había hecho perder la objetividad y preocuparme en exceso. Cuando uno de los profesores me dijo en privado que la niña volvía a estar muy delgada, fue una valiosísima llamada de atención para todos nosotros.»

Excursiones escolares durante el tratamiento de un trastorno alimentario

Cuando la clase vaya a realizar una excursión escolar, los padres necesitarán información adicional sobre ella para valorar si permiten que su hijo o hija vaya. Una excursión mal planificada puede provocar una pérdida de peso y un empeoramiento de los síntomas.

Por otro lado, una excursión escolar puede ser perfectamente segura y una fuente de diversión, normalidad y motivación para seguir el tratamiento.

Habla con los padres sobre el apoyo que necesitará el alumno, especialmente a la hora de comer. Es posible que los padres necesiten saber qué tipo de comidas se sirven o si son de autoservicio. Es posible que el alumno tenga que llevar algunas provisiones de su propia comida en caso de que no sea capaz de comer la comida que se le ofrece.

«Mi hija necesitaba mantener un horario muy rígido de comidas. Tenía un viaje de fin de curso en el que volverían a casa muy tarde, por la noche, y yo sabía que no podría aguantarlo.»

Acuerda con los padres qué tipo de apoyo se necesita y ten claro qué signos indican que el alumno o alumna no está sobrellevando bien la situación. Los padres deben estar preparados para desplazarse y llevarse a su hijo a casa rápidamente si empeora.

«Nuestro instituto fue muy amable y eficiente a la hora de planificarlo todo con nosotros y permitió a mis hijas realizar todo tipo de excursiones, en las que se lo pasaron DE MARAVILLA y les proporcionaron un verdadero aliciente de diversión a sus vidas. La calidad de vida es importantísima en la recuperación».

Intervenciones escolares que NO son útiles

Demasiados cocineros

En el caso de los trastornos alimentarios, lo mejor es que el personal del colegio no se dedique al asesoramiento (a menos, claro está, que los padres le digan lo contrario). El alumno ya debería tener un equipo especializado y con ello es suficiente. Si te ves tentado a asesorar a un alumno, el peligro es que no te cuente toda la verdad sobre su comportamiento, por lo que tendrás una imagen incompleta de lo que ocurre. Puede que te pidan que te pronuncies sobre cuestiones de peso, forma corporal o calorías. Puede que te digan lo horribles que son sus padres. Más tarde, utilizarán comentarios inocentes que hayas hecho para luchar contra su equipo de tratamiento.

Lo mejor que puedes hacer es tratar al alumno o alumna con amabilidad y sin juzgarlo, hacer que se sienta valorado y recordarle que es maravilloso y valiente, y que tienen una gran vida por delante.

Sin básculas

El centro no debe realizar controles de peso (a menos que ello se acuerde con el equipo médico, que indicará cómo hay que hacerlo y qué se puede decir y qué no). Y, como ya se ha explicado anteriormente, cuando un alumno esté en tratamiento no se debe hacer ningún comentario sobre su peso.

Cómo puede el centro educativo mantener el vínculo con un alumno ausente

Para los alumnos que están en el hospital o que tienen que quedarse en casa, es útil que el centro mantenga el contacto con ellos. En algunos casos, la persona no está en condiciones de estudiar y necesita concentrarse en su salud. Otras veces, el trabajo escolar puede subirle la moral y aportarle una esperanza. Puedes proporcionarle material de estudio u organizar visitas de profesores a su casa.

También podrías consultar a los padres y a los médicos para ver si sería útil que los compañeros hicieran algún tipo de gesto, como enviarle un mensaje deseándole que se mejore.

Los alumnos que han necesitado estar un tiempo fuera del colegio suelen necesitar una reincorporación escalonada. Planifícala en colaboración con los padres y los médicos.

Apoyo a los hermanos de un alumno o alumna con un trastorno alimentario

Los hermanos de alguien que sufre un trastorno alimentario pueden verse muy afectados, ya que toda la familia se encuentra en un estado de emergencia en torno al cuidado de la persona enferma. Si los hermanos son alumnos de tu centro, averigua con los padres si tienen alguna necesidad particular. Aunque todo parezca ir bien, ten en cuenta que algunos hermanos se esfuerzan por no ser una carga para sus padres, a costa de sus propias necesidades propias de la edad.

Internados

Los alumnos internados suelen tener que volver a casa durante la primera fase del tratamiento. Después, solo pueden permanecer en la escuela con seguridad si el personal puede apoyarles en las comidas y promover comportamientos normales de forma similar a como lo hacen los padres.

Un internado puede detectar un trastorno alimentario del mismo modo que lo haría un padre o madre. Te sugiero que leas materiales diseñados para padres, como mi libro [Consulta el libro traducido en español aquí].

¿Está obligado tu centro escolar a hacer todo esto? ¡SÍ!

La mayoría de los centros educativos colaboran de buen grado y con entusiasmo con los médicos y los padres para que el alumno tenga todas las posibilidades de recuperarse, a la vez que disfruta de igualdad de acceso a la educación.

Pero algunos centros no lo hacen: argumentan que no tienen personal para supervisar el almuerzo, o que no es su trabajo…

En realidad, todos los centros educativos tienen obligaciones legales respecto a los niños y niñas con problemas de salud.


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